Documenta 14. Learning from Athens, por Maite Méndez Baiges

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Explicar la Documenta de Kassel en su edición griega actual puede suponer una traición a su espíritu, regido por el lema “Aprender de Atenas” (Learning from Athens) entendido, entre otras cosas, como la necesidad de desaprender lo aprendido, rehuir a toda costa las lecciones o interpretaciones, incluso las descripciones, sobre todo las que parten de los supuestos especialistas en materia de arte contemporáneo, presumiblemente autorizados a pasar el conocimiento a los teóricamente ignorantes. Recomendaba al público en la rueda de prensa Adam Szymcyk, el principal responsable de esta edición, derivar con un espíritu genuinamente situacionista por los proyectos, discursos, debates, acciones que se despliegan por unas cuarenta sedes a lo largo y ancho de  Atenas. En definitiva, dejarse llevar por sus sugerencias, para que fluyan la creatividad, el intercambio, las sinergias que propicia esta extensión a tierras griegas que es ya de por sí toda una declaración de principios; por algo se ampara en los célebres versos de Kavafis que rezan “cuando emprendas el viaje a Ítaca, vota porque la jornada sea larga…”.  Decía también el comisario: “Nos parece que desaprender lo que creemos saber es el mejor comienzo. Desaprender es el gran aprendizaje. La gran lección es que no hay ninguna lección, y que no hay maestros que nos puedan contar cómo debemos vivir o qué debemos hacer”. Hasta el mismo Sócrates lo secundaría, probablemente.

A pesar de las advertencias, me gustaría contar algunas impresiones de mi vagabundear sin un rumbo muy preciso por esta Documenta ampliada a suelo griego y deliberadamente disgregada por distintos escenarios del espacio público de la ciudad (subrayando lo de público). Se recomienda divagar,  al fin y al cabo. Y hay que hacerlo, forzosamente, pues en un día cualquiera de la primera semana de la Documenta de Atenas se llegaban a ofrecer al paseante en torno a una docena de performances, danzas, músicas, programas de radio, comidas, escenografías, acciones colectivas, instalaciones, cine o debates por toda la ciudad, sumadas a sus más de cuarenta sedes y 160 artistas.

La primera propuesta  que presencié durante esa primera semana tuvo lugar en la plaza Avdi,  en el corazón de un barrio de origen industrial llamado Metaxourgeio (“fábrica de seda”), actualmente epicentro cultural de la ciudad y sede de un buen número de negocios regentados por inmigrantes de origen chino. En el extremo de esa plaza sembrada de terrazas con un ambiente bohemio y animado, y delante de un muro pintado de blanco y otro de rojo, había un estrado de ladrillos reciclados, procedentes de de Monastiriki, Omonia, Syntagma y de una fábrica del Pireo, inspirado en el Monumento a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht  de Mies van der Rohe (1926). Es parte del proyecto de la artista Sanja Ivekovich, titulado Monumento a la revolución, que servía esa tarde de base a la performance en la que una joven espigada y fibrosa emitía un discurso en griego sin apenas dejar de brincar. Se trataba de una acción inspirada en el último discurso de la revolucionaria espartaquista, ideada por Sofia Mavragani. Como el discurso era en griego solo pude atender a su cadencia fatigada. Leo en el programa de mano que el propósito del monumento de la plaza Avdi es poner de relieve las condiciones laborales de las mujeres que trabajaban en este barrio obrero en un pasado no tan lejano,  y reinvindicar así los derechos de los/as trabajadores/as, de las mujeres y de la lucha de clases. En la acción, esta réplica del monumento miesiano se conjugaba con las palabras de Rosa Luxemburgo, y exploraba por lo tanto su recepción en el contexto político, económico, laboral y sociológico actual.

Daniel G. Andújar

Greek Way

EMST

Tuve ocasión de asistir a otra de las propuestas de arte público en la plaza Kotzia, sede de uno de los patrocinadores de esta Documenta, el ayuntamiento de Atenas, situado en uno de esos edificios de neoclasicismo austero y elegante que abundan en la ciudad. En los aledaños de la plaza se encuentra el mercado central y, por lo tanto,  ese ambiente inconfundible, creado por la mezcla de colores y sabores, por el ritmo vibrante de la muchedumbre urbana, que imprimen a las ciudades los mercados aún no gentrificados. En el centro de la plaza se desarrollaba la acción Food for Thought: Thought for Change, una iniciativa de Rasheed Araeen consistente en unas tiendas multicolores, inspiradas en la tienda nupcial tradicional de Pakistán, en las que cualquiera está invitado a sentarse y probar platos de la cocina mediterránea, favoreciendo las relaciones con otros comensales desconocidos y convocando por lo tanto a un banquete que es también una forma de compartir pensamientos capaces, quizá, de poner en marcha una transformación.

«Un día cualquiera de la primera semana de la Documenta de Atenas se llegaban a ofrecer al paseante en torno a una docena de performances, danzas, músicas, programas de radio, comidas, escenografías, acciones colectivas, instalaciones, cine o debates por toda la ciudad, sumadas a sus más de cuarenta sedes y 160 artistas.»

Me pasé una mañana por el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Atenas (EMST) en el que se puede visitar una de las exposiciones principales de la Documenta. También alberga acciones, como las de Annie Sprinkle y Beth Stephens, el tenderete Free Sidewalk Sex Clinic, un proyecto de ambición nómada por las calles de Atenas, que aquel día se encontraba en la acera delante del museo, y Cuddling Athens, una cama en el hall dispuesta para abrazar durante siete minutos a quien quiera prestarse. Ambas propuestas, de corte queer, responden al manifiesto Ecosex de las artistas, entre cuyas líneas es posible leer:  “We caress the rocks, pleasure the waterfalls, and admire Earth’s curves often. We make love with the Earth through our senses”. Y aquí es necesario apuntar que Paul B. Preciado, que se encarga de escribir por ejemplo sobre estas artistas, es uno de los responsables de esta Documenta.

Cuddling Athens

En la sala de la planta baja del EMST, por la que empecé mi visita, abundaban las máscaras, como las 22 de la serie Atlakin de Beau Dick, un artista originario de la costa noroeste americana, y en concreto de la región kwakw’ala, en cuyo idioma el título significa “hacedor de monstruos”; son máscaras de danza que se emplean en cuatro ceremonias potlatch  para luego quemarse, y cuya destrucción por el fuego conlleva la obligación de crear otras nuevas. Es también su legado, pues el artista falleció el pasado mes de marzo. Convivían en ese expacio con otras máscaras,  y con propuestas de distinto signo, como un ”cubo blanco” que parece reposar sobre una superficie desmaterializada de neones azul y rojo (obra de Stephen Antonakos) o el proyecto de  producción y reciclaje continuos de cobre de Dan Peterman, Athens Ingot Project, con un video hipnótico sobre la producción de lingotes en los que se han visto implicados mano de obra y talleres locales, y que tiene entre sus nobles antecesores al talento de cobre que se exhibe en el Museo Arqueológico, uno de los muchos ejemplares de lo que ha dado de sí la tecnología milenaria de este material en el área mediterránea.

Me atrajeron otras obras, como War of the Relics de K.G. Subramanyan, un panel en principio aparentemente decorativo y amable en blanco y negro, que pretende sin embargo llamar la atención sobre el hecho de que las reliquias y otros dispositivos que se supone que tendrían que inspirar y unir, dividen y causan disensión; las páginas de caligrafía deshilachada en los textos cosidos de Maria Lei, que producen un efecto muy lírico;  la moderna cariátide de la fotografía en gris de Irena Hajduk; la instalación sobre las desinencias políticas e ideológicas de lo que podría llamarse el mito intelectual de lo clásico a través de imágenes fotográficas y escayolas de Daniel G. Andújar; la obra genuinamente conceptual de Maria Eichhorn, consistente en la documentación del proceso legal mediante el cual la artista altera el estatuto jurídico de un edificio neoclásico de la zona de Plateia Anerikis hasta convertirlo en una propiedad que no pertenece a nadie; o Greek Way, instalación que consta de una serie pictórica de retratos idealizados de Hitler con los nombres de homosexuales víctimas de la persecución nazi, de McDermott&Mc Cough, y la reproducción que hace Piotr Uklanski’s de fotogramas de la Olympia de Leni Riefenstahl. También me interesó el proyecto de Hans Eijkelboom The Street & Modern Life , montaje realizado a partir de instantáneas de los atuendos de los viandantes de zonas comerciales de diferentes ciudades del mundo, que su exhibición de patrones repetidos un poco por todas partes, pone el foco en la pasmosa uniformidad del Dress Code de los países de todo el globo.

 

War of the relics

War of the relics

El día que visité el EMST  también se celebraba una performance en su interior: la artista Marie Cool Fabio Balducci interactuaba con el sol matinal que entraba a raudales por los ventanales de  una de las salas del museo, a cuyo son iba moviendo mesas de oficina, u hojas DIN-A4 en blanco, trazando dibujos de forma literal y metafórica mediante juegos de luces y sombras, en un gesto poéticamente gratuito, improductivo por definición.

Marie Cool Fabioi Balducci

Lo contado hasta aquí es solo  una porción mínima de lo que se ofrece. Hay mucho más, naturalmente. Y hay un discurso, o muchos, mejor dicho, que se componen de palabras como trabajo, sexo, género, (post-de)colonialismo, máscara, geografía, política, antropología, ecología, emancipación,  revolución, globalización, archivo, etnología, nomadismo, interdisciplinariedad, feminismo, cultura queer, sexualidad, producción, deuda externa, Unión Europea, Europa, Alemania, Grecia, Kassel, Atenas… Dice José de la Calle que, frente al resto de puntos cardinales, al sur le falta la partícula –te (norte, este, oeste). Si la adquiriese, equiparándose a sus hermanos, sonaría así: surte. Y es que es también una cuestión de surtir lo que se plantea esta Documenta ateniense. Otra de las primeras acciones celebradas consistió en el pago simbólico de la deuda griega con aceitunas. La reflexión acerca de cuáles son las materias de las que el denostado sur surte al industrioso norte, en esa dinámica con más de dos siglos que ha tendido a identificar el progreso material, científico o técnico con este último, arrinconando al resto en el saco de lo no moderno. Y, sin embargo, el pensamiento crítico dominante sabe de las bondades de todo aquello que no forma parte de esa modernidad, y se pone del lado de las voces disonantes que tanto pueden surtir a un norte desnortado. El carácter político y reivindicativo no ha impedido que algunos colectivos atenienses tacharan a esta Documenta de imperialista, o la acusaran de querer convertir Grecia en un centro de turismo cultural à la page.

En medio de la polémica, siempre conviene retirarse a pasear por la propuesta más lograda de la Documenta ateniense, me refiero a la ordenación de la ladera occidental de la Acrópolis y la colina de Filopapos que proyectó hace medio siglo el arquitecto Dimitris Pikionis, a la que la gran exposición quinquenal de arte contemporáneo ha adoptado para la ocasión. No hay nada como la sutil armonía de este proyecto paisajístico para poner en práctica el arte sosegado de la reflexión paripatética.

 

DOCUMENTA 14. LEARNING FROM ATHENS (Atenas, 8 de abril-16 de julio de 2017)

Maite Méndez Baiges



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