NO, una ópera flamenca con un sí a la vida, por Héctor Márquez

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Al principio no había guión. Ni dinero. Sólo ganas. Y un sueño dibujado. Sí había mucho compás. Suficiente rabia para decir NO a todo lo que comercia, roba y desampara y suficiente dignidad como para decir Sí: sí a lo que une, a lo sucede en las grietas, a lo que las personas son capaces de hacer juntas. Se rodó en Sevilla, como un sueño lento. Seguía sin haber dinero. Sobraban arte, talento, creatividad y oficio. El dinero si viene, que ya vendrá, se repartirá entonces. Compás en las grietas, en los mercados, en los huecos de las escaleras, en las costanillas llenas de graffitis y orines y abandono, sobre las vías del tren, montados en bicicleta, en una mesa sin tiempo en la noche llena de velas derretidas, en un paso de cebra.

Se llama No. Es un cuento flamenco donde no se habla y se canta y se baila. Y se dice mucho. Y emociona. En realidad es una ópera brechtiana. Sólo que la música no la hace Kurt Weill, sino Raúl Cantizano, las palabras no las escribe Bertold Bretch sino David Montero y José Luis Tirado, no canta Lotte Lenya, sino Álvaro Ramírez, Antonio Moya, Rocío Márquez, Rosa de Algeciras, Alicia Acuña, María Peña o Herminia Borja. Pero uno puede salir cantando igual «la vida mancha, la vida quema, la vida tiene…» como si silbara Bilbao o Sarabaya, Johnny. No es la historia de la irresistible ascensión de Arturo Ui ni tiene aires de cabaret. Es la constante supervivencia de una mujer que somos todos que tiene que enfrentarse a la vida en las calles de Sevilla. Una Sevilla de la España actual, líquida, y con la gente abrazándose a la precariedad y sorteando el desánimo. Flamenca. Muy flamenca. Más flamenca. Con este flamenco que no es nuevo ni viejo porque no viene de etiquetas de despachos de discográficas o críticos melancólicos. El flamenco que es cuando sucede en las calles, en las grietas donde la vida sucede, «donde el tiempo es más lento cuanto más profundo cavas».

Se hizo a fuego lento y sin dinero. Como ahora se puede hacer lo que realmente importa. Con inversión de tiempo y de talento a cuenta y entre todos. Se estrenó de a poquito. Ahora un festival. Ahora un youfeelm. Pasado un premio. En San Francisco. Ayer se volvió a ver en Málaga, en los Multicines Rosaleda. En una semana vuela a Corea. Le quedan muchas plazas y espectadores que ir conquistando.

Muchos nombres, mucho hombro arrimado. Los principales: el director, el maestro, padre de la idea, el capitán, oh, capitán, mi capitán; José Luis Tirado, con toda su sabiduría y su cinematografía de resistencia a cuestas. A su lado, la mujer que hace que los sueños dibujados se hagan reales. Performer, pedagoga, activista, artivista, productora, mujer libre: Maria Rosa Hidalgo. Protagoniza el cuento la bailaora Noemí Martínez Chico. Compone e interpreta la mayoría de la música Raúl Cantizano. Escribe las palabras David Montero haciendo que de pronto la eterna filosofía que hizo del flamenco un arte verdadero en los cantes vuelva a hacerse real y viva. Un compás que no para aunque haya que subir escaleras de caracol empinadas que te dejan sin aliento y luego te esperen las noticias de las bombas, los deshaucios y los engaños. Al final, todos lo bailamos en el mercado como se celebra en los musicales: «cuando parece que todo se hunde, la vida asoma con su compás».

La vi anoche. Perdí las gafas, perdí el teléfono y volví tarde. Pero con ganas de celebrar.

Busquen este No que es un sí. Vean esta película iluminada de comunidad y talento. En estos días que celebramos los 25 años de la muerte de Camarón es el mejor homenaje que se le puede hacer al flamenco y a la vida.

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